Delegación Argentina-Bolivia

Profesión Perpetua de la Hna. Claudia Davis

 

“... y olvidando lo que dejé atrás,

 corro hacia la meta, con los ojos puestos

en el premio de la vocación celestial,

quiero decir, de la llamada de Dios

en Cristo Jesús.”

(Flp. 3, 13b – 14)

 

 

Quiero compartir con todas, una experiencia hermosa: mi Profesión Perpetua. El día 2 de febrero  de 2008, en la ciudad de Río Cuarto (Córdoba, Argentina) Dios me concedió la gracia de emitir mis votos perpetuos ante mi comunidad parroquial: Santa Teresita del Niño Jesús. La celebración eucarística fue presidida por el Vicario General de la Diócesis, Mons Julio Lorenzo Estrada y concelebrada por el párroco Eliseo Reineri y los sacerdotes Carlos Chávez y Raúl Frega. Este fue el primer regalo que Jesús buen Pastor me hizo: poder compartir  este momento tan especial junto a quienes fueron testigos de mis pasos y compañeros de camino: el P. Eliseo que me ayudó, con el P. Víctor M. Fernández, en el discernimiento vocacional, y los padres Carlos y Raúl, con quienes compartí muchos momentos de inquietudes y vivencias en este camino formativo: ellos en el seminario y yo en la Congregación.

 

 

Las lecturas fueron leídas por mis hermanos, Marcela y Matías, el salmo Hna. Silvia Dolce, y el Evangelio lo proclamó el P. Raúl Frega; las ofrendas las llevé con mis padres y mi sobrina, Sofía. El P. Eliseo me dirigió sus palabras en el momento de la homilía. Palabras que calaron muy fuertemente en mi corazón por todo lo que ellas expresaban. Recordándome primero las actitudes del Buen Pastor me exhortó insistentemente a que tuviera ese mismo cuidado tanto con el pueblo, buscando a la oveja perdida, como con mis hermanas en la vida comunitaria, y luego ejemplificando con la vida de Jesús describió el valor de los votos, principalmente la pobreza: “Bienaventurados los pobres de espíritu…”, subrayando que el pobre vive de la Palabra de Dios y que significa además desprendimiento para el Reino; y la obediencia: la de Jesús y de María, haciendo el plan del Padre. No dejó de mencionar que hay tentaciones contra la obediencia, pero también me animó a vivir este voto en el amor a la Iglesia y a la Congregación.

 

La Hna. Claudia, delante de la superiora delegada, expresa su voluntad

de entregar para siempre su vida a Jesús Buen Pastor.

 

Para ello implora junto a todos los participantes la ayuda de todos los santos,

con el canto de las letanías.

 

La Hna. Claudia, con sus padres y su sobrina,

en la procesión ofertorial.

 

La Hna. Claudia, acompañada por sus padres y la Hna. Marisa, superiora delegada.

 

También me acompañaron mi familia, mis padres, hermanos y tíos, y muchos amigos muy queridos. Todos aquellos que me conocieron desde catequista en la capilla de mi barrio, Inmaculado Corazón de María, hasta los que me vieron pasar por la parroquia. Toda la comunidad parroquial participó con mucha alegría, en eso se notó el cariño con el que se fueron preparando, ayudados por el párroco y su vicario, P. Antonio, que no dejaron de motivar a todos a que rezaran por este momento.

 

Por supuesto que estuvieron presentes también mis Hermanas Pastorcitas: otro regalo más de mi buen Dios, porque pude compartir esta alegría junto a las Hermanas que fueron mis compañeras en este camino: Hna. Silvia Dolce; mis Hermanas de comunidad: Adriana y Natalia; las Hermanas de la comunidad de Serrano (Córdoba): Edit, Mariana y Ana María, y quien me acompañara en mis primeros pasos como Hermana, Silvia Rodríguez, que junto a la Hna. Edit fueron las testigos de mis votos. Otro regalo fue que pudieron estar presentes María Aidé (postulante) y Liliana (aspirante).

 

 

Mi mamá, en el momento de poscomunión, hizo una oración dando gracias al Señor porque les ha concedido a ella y a mi papá, la gracia de elegir a una hija para ser esposa de su Hijo. Estas palabras sencillas pero escritas con el corazón fue otro gran regalo de mi Amado, que ese día me colmó de mucho cariño a través de cada persona que participó de la celebración y del ágape que se sirvió luego. Fue una fiesta hermosa, llena de mucho amor de todos los que desearon ver este momento.

 

Agradezco inmensamente el recuerdo de todas las Hermanas que me han acompañado durante este tiempo de preparación. La cercanía de todas las Hermanas: las que estuvieron presentes y las que no, pero que lo estuvieron con su oración, fue una experiencia riquísima para mí. Me alegra y me conforta saber que tengo una gran familia. Muchas gracias nuevamente, y que Jesús Buen Pastor las bendiga abundantemente a cada una en la misión que él confía.

 

Hna. Claudia Davis, sjbp

Salta – Argentina