1. Los rostros de nuestros compatriotas
muestran el dolor que vive el país tras el terremoto que
nos golpeó con muerte, miedo y destrucción.
2. El fallecimiento de hermanos y hermanas a
consecuencia de esta catástrofe nos duele y nos
conmueve. Oramos por su eterno descanso y nos unimos a
sus familiares y amigos, pidiendo al Dios de la vida el
consuelo y la esperanza.
3. Expresamos nuestra cercanía y unimos nuestra oración
a las personas que buscan angustiosamente a sus seres
queridos y a tantas familias que han perdido todo, el
fruto del esfuerzo de toda una vida. También en la
Iglesia las pérdidas han sido cuantiosas: la gran
mayoría de los templos e instalaciones en la zona más
afectada han sido destruidos o dañados gravemente.
4. En Jesucristo, el Señor, ponemos nuestra mirada en
este momento de tragedia. En Él confiamos que las
familias y comunidades más dañadas puedan levantarse,
espiritual y materialmente, con la ayuda solidaria de
todo un pueblo y de la comunidad internacional que nos
ofrece generosamente su apoyo.
5. Entre réplicas y escombros, hemos contemplado con
estupor la acción de barbarie de quienes roban en medio
de la emergencia. El Arzobispo de Concepción, Mons.
Ricardo Ezzati, ha dicho que este pillaje es un “segundo
terremoto” que impacta nuestra conciencia y nos
cuestiona en valores profundos.
6. A pocos días de un cambio de gobierno, necesitamos
trabajar como un país unido, junto a las actuales y las
futuras autoridades, con la mejor voluntad y
colaboración de todos. No quisiéramos que
consideraciones políticas empañaran la ayuda solidaria
ni la reconstrucción.
7. La Iglesia Católica ha movilizado su red solidaria a
través de Caritas Chile. Hay una cuenta corriente
disponible para recibir ayuda en dinero, sus datos se
encuentran en
www.iglesia.cl Probablemente en los próximos días
iremos anunciando nuevas acciones y decisiones de la
Iglesia en ayuda de las familias más afectadas.
8. El Chile del Bicentenario es hoy un país dolido, con
un vasto territorio arruinado. Amamos a esta patria que
ha sabido levantarse de terremotos, maremotos,
erupciones volcánicas e inundaciones, un pueblo que ha
sabido levantarse en paz de la muerte y la violencia en
tantos momentos de su historia. En horas de comprensible
desesperación, pedimos a todos serenidad y solidaridad.
Y a los fieles cristianos, una intensa oración familiar
y comunitaria en esta hora.
9. Que el Dios de la Vida nos dé su paz y la Virgen del
Carmen nos cubra con su manto protector para que podamos
levantarnos de esta hora amarga.
† ALEJANDRO GOIC KARMELIC
Obispo de Rancagua
Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile
Rancagua, 1 de marzo de 2010
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