Delegación Colombia- Venezuela - México

 

EJERCICIOS  ESPIRITUALES

BOGOTÁ 2012

 

Del 30 de Junio al 07 de Julio de 2012 en la ciudad de Bogotá nos reunimos un grupo de hermanas de las comunidades de Colombia, para realizar nuestros Ejercicios Espirituales, dirigidos por el P. Marín Sepúlveda, ssp, quien, guiado por el Espíritu Santo nos acompañó espiritualmente durante estos días y tuvimos como tema: ALIMENTAR NUESTRA VIDA EN CRISTO. Un camino de compasión y conversión pastoral en comunión. “En la vida del Espíritu no hay nunca automatismos, sino recorridos de continua purificación, de retomar el camino y de volver a nacer.”

 

 

Se nos invitó a alistar la maleta de este viaje/ejercicio sin dejar de lado la “disponibilidad” y la “capacidad de reconocer” a Cristo como nuestro compañero de “camino”. Teniendo presente que aquí, disponibilidad quiere decir “humildad”, “sentido crítico”, “ser concretas” en el encuentro con nosotras mismas en Dios. Disponibilidad que es “búsqueda de la verdad”, resistirse a “absolutizar los propios puntos de vista” y “apertura a los otros”. Disponibilidad que es “obediencia” a aquello de más grande, bello y bueno que se puede manifestar en nosotras por el encuentro con la esencia de nosotras mismas: el amor de Dios.

 

 

 

Dejando fuera de nuestra maleta, todo aquello que contrasta y debilita la búsqueda de la verdad en nosotras: la mediocridad, la intolerancia, la vanagloria, la idolatría.

Nos hizo un llamado a pensar que llegadas a una cierta edad, por no decir que hemos superado la edad de la juventud, toda persona se enfrenta al problema radical de su existencia: ¿Qué hacer para no agravar el peso de la existencia? ¿Cómo lograr escapar a la fácil tentación de estar unidas a la parte menos atractiva del propio carácter? ¿Cómo manejar el saber que ahora ya andamos a la deriva de aquellos sueños, de aquellos deseos, que alimentaron las noches y los días de estaciones anteriores? A veces no es fácil seguirle el paso a la vida, a sus cambios imprevistos, a sus vuelos rápidos, o sus descensos vertiginosos. Y hoy esta realidad se torna más difícil ya que estamos cambiando constantemente en nuestros comportamientos, en nuestra manera de vivir y de soñar, de amar, de trabajar y de esperar la búsqueda de la felicidad. Y nos pareciera que todavía hoy no hemos llegado.

 

 

Por eso hemos hecho memoria del don recibido de la vocación, invitando al Espíritu Santo para que él reavive constantemente el fuego que hay nosotras, para no olvidar jamás “la novedad permanente de Dios” que no envejece, y que nunca quita su bendición, porque es irrevocable y además,  para ser conscientes de que nuestra razón de ser, es llegar a decir en cada instante de nuestra vida: “He creído en el amor de Dios”.

De ahí que el “permanecer en Jesús Buen Pastor” como los sarmientos a la vid, es lo único que garantiza el poder dar fruto y esto tiene que hacerse siempre, para que cuando lleguen los momentos de la “poda” como son el dolor, las correcciones, la enfermedad, las fatigas, el fracaso, podamos verlos como oportunidades de crecimiento y vivirlos positivamente con humildad, con paz dando frutos de consuelo y transparentando un rostro compasivo para quienes encontremos nuestro camino, tanto en la comunidad como con nuestros hermanos y hermanas en la misión pastoral.

Sentimos que fue una experiencia enriquecedora, tuvimos tiempo suficiente para el encuentro personal con el Señor y también la oportunidad para recordar en la oración a todas nuestras hermanas de Congregación junto con los proyectos de cura pastoral que están en nuestro corazón.

Damos gracias a Jesús Buen Pastor y a quienes nos acompañaron con su oración durante estos días de gracia particular.

Hna. Clara Cecilia Ariza A.