Amenazados de esperanza
Crónica
breve de la exploración de dos Pastorcitas en Cuba |
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por
P. Jesús F. Marcoleta Ruiz
Párroco de Cantel
y Varadero
Matanzas,
Cuba
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Hacia el mes
de marzo de 2011, viajé a la ciudad de Santo Domingo, la capital de
la República Dominicana. Como una de mis incursiones obligatorias,
cada vez que llego a allí, estuve en la librería de las Hermanas
Paulinas donde, poco a poco, he ido creando unos bellos vínculos de
fraternidad, sobre todo con la Hna. Cinthia López. A ella, y a la
Hna. Cristina, una italiana entrada en años y superiora de la
comunidad, planteé mi deseo de poder traer a mi zona pastoral, un
grupo de religiosas para que trabajara apostólicamente.
Fue la Hna. Cristina la que me sugirió a las “Pastorcitas” y quien
me facilitó la dirección y el nombre de la superiora general en
Roma. Era la primera vez que escuchaba hablar sobre esta
Congregación. Ignoraba que la obra del beato Alberione había
sobrepasado el campo de los medios de comunicación y de la liturgia,
y se había preocupado por dar un rostro femenino a la aventura
pastoral en las parroquias.
De regreso a Cuba, informé a mi obispo sobre el resultado de mis
leves gestiones, y fue él quien escribió a Roma, a la dirección y
nombre indicados.
Un tiempo después recibió una alentadora respuesta de la Hna. Marta
Finotelli, pero en la que le prevenía que ella estaba concluyendo su
mandato, que sometería la solicitud a la consideración del capítulo
general que, entre otras cosas, tendría que elegir a una nueva
superiora general que, para suerte nuestra, recayó sobre la Hna.
Marta.
Los tintes esperanzadores aumentaron con la aprobación del capítulo
sobre una fundación en Cuba. Las comunicaciones y los trámites
migratorios de rigor concluyeron con la visita exploratoria de las
Hnas. Marta Finotelli, superiora general, y de Marisa Loser,
consejera general, a quienes tuve la dicha de ir a recibir al
aeropuerto internacional de La Habana, el lunes 6 de febrero de
2012. Pasadas las cuatro y media de la tarde emprendimos viaje, por
carretera, hacia Cantel, en la provincia y diócesis de Matanzas.
El pueblo de Cantel, donde habrá de verificarse la futura fundación
de las Pastorcitas, ubicado a los 140 kilómetros al este de la
capital del país, es un villorrio pequeño, bonito, muy tranquilo,
cuya gente vive, fundamentalmente, del turismo y de la agricultura. |
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Playa
hacia Cantel y Varadero |
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A Cantel
llegamos de noche, a la casa bella, con aires conventuales, de los
esposos Sonia y Gerald Sprengel, un matrimonio cubano-alemán, que
prodigaron acogida, cuidados y ambiente familiar a Marta y Marisa
durante todo el tiempo que permanecieron entre nosotros.
El martes 7, antes de la diez de la mañana, fui a recoger a las
Hermanas para iniciar el inerario de visitas programadas. Salimos
para Cárdenas, ciudad de unos 130 mil habitantes, donde vivo con mi
madre a la que fuimos a ver y, luego, a las Misioneras de la Caridad,
la comunidad de religiosas que fue establecida en esta ciudad por la
propia Madre Teresa de Calcuta en 1988. Sobre la una de la tarde
almorzamos en mi parroquia de Varadero y, un poco más tarde,
iniciamos un recorrido a través de uno de los centros turísticos más
importantes del país, asentado sobre 23 kilómetros de playa, con una
arena muy blanca y fina.
A las cinco celebramos la Eucaristía e intercambiamos con la
comunidad parroquial de Varadero, ávida de conocer a las “nuevas
monjitas”. Entrando la noche, volvimos al sosegado ambiente de la
casa de Sonia y Gerald. |
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Hna. Marta dialoga con los participantes a la celebración
eucarística |
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El miércoles
8 comenzó para nosotros nuevamente a las diez de la mañana, con el
encuentro con la pequeña comunidad de la iglesia del Sagrado Corazón
de Jesús, en el pueblito de Camarioca, el más antiguo de toda la
zona, distante a unos cinco kilómetros de Cantel, adonde regresamos
para ir a visitar al señor Julio Santamaría, un campesino antiguo
miembro de la parroquia de Cantel, ahora muy limitado físicamente,
debido a serios problemas óseos. El almuerzo nos lo ofrecieron en la
casa de María Martínez.
Cerca de la tres de la tarde arribamos a la casa de la señora
Gardenia Llerena San Martín, en el pueblo de Boca de Camarioca, allí
también la comunidad aguardaba expectante para la celebración de la
Eucaristía. Boca de Camarioca fue un pequeño pueblo de pescadores,
pero hoy es ya una ciudad. Desde aquí se produjo el primer éxodo
masivo de cubanos hacia los Estados Unidos, luego del triunfo
revolucionario de 1959.
La santa Misa se celebra en la casa de Gardenia todos los sábados en
la mañana, aquí también se bautiza, confiesa y se administra la
unción de los enfermos, debido a que su capilla fue confiscada en
los primeros meses de 1960 y destinada a una bodega de productos
alimenticios.
Al concluir la Eucaristía, las Hermanas y la comunidad compartieron
vivamente y, de aquí, partimos hacia el poblado de Las Carboneras y,
más tarde, visitamos el aeropuerto internacional. En la noche, en la
casa de Sonia y Gerald, transcurrió llevada por los aromas del
risotto que la Hna. Marta preparó para la ocasión.
El jueves 9 fue el que comenzamos más temprano, pues a las diez ya
nos estaría esperando monseñor Manuel de Céspedes, obispo de
Matanzas, en su sede en la ciudad que da nombre a toda la provincia
y diócesis, que desde 1693 está bajo el patrocinio de san Carlos
Borromeo.
La conversación, a veces en español, a veces en italiano, fluyó por
más de una hora. Exploradas variantes y condiciones, se hizo más
segura la esperanza de que hacia el mes de octubre de este año,
lleguen a Cantel las primeras Hermanas para fundar por primera vez,
no sólo en Cuba, sino en todo el Caribe.
Luego de la entrevista, quise que las Hermanas conocieran la ciudad
y el valle del Yumurí. Ascendimos hasta la ermita de Monserrat, un
antiguo centro de peregrinación de la emigración catalana en
Matanzas, desde donde se disfruta de una vista panorámica del valle
y de la bahía y ciudad de Matanzas. Aquí perdió la Hna. Marta todas
sus fotos, al dar a su digital una orden indebida: bondades y
debilidades de la moderna tecnología.
Regresamos a almorzar a la casa de Ana María Lauzurique, en Cantel,
y, a las cuatro estábamos celebrando la Eucaristía en la iglesia
parroquial. El templo de este pueblo fue el primero en Matanzas
dedicado a Nuestra Señora, la Virgen de la Caridad del Cobre, allá
por el año 1862. El hecho está siendo resaltado a propósito de las
celebraciones por el cuarto centenario del hallazgo de la imagen de
la Virgen de Caridad, patrona de Cuba y, por el centenario de la
erección canónica de la diócesis de Matanzas. Al finalizar la Misa,
la comunidad parroquial ofreció un ágape a las Hermanas. |
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Iglesia parroquial y casa
canónica de Cantel |
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Jardín de la iglesia
parroquial y gruta de la Virgen - Cantel |
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En todos los
encuentros, la Hna. Marta Finotelli se dirigió verbalmente a los
presentes. Con cada una de sus intervenciones creció la esperanza en
todos de que la fundación sería una realidad.
El viernes 10 salimos muy temprano para La Habana, pues sentía vivo
interés en recorrer con las Hermanas el casco histórico de la Habana
Vieja, declarado por la UNESCO “patrimonio de la humanidad”, quería
que conocieran las obras de restauración que allí se realizan y que
palpitaran con el habanero que habita en las partes profundas de esa
otra Habana que se desconoce. |
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La Habana Vieja, en un cuadro de época |
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Catedral de La Habana |
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Interior de la Catedral de La Habana |
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Plaza vieja del centro histórico
habanero |
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Sobre las
doce del día el chofer, Alejandro Mayo y yo, dejamos a las Hermanas
Marta y Marisa en el aeropuerto de La Habana. Continuaban viaje
hacia México, de donde habrá de venir el Papa Benedicto XVI a Cuba
y, de México, seguirán hacia Perú.
La superiora general marchó de las parroquias de Varadero y de
Cantel-Camarioca con una idea más clara de aquellas realidades para
las cuales se han solicitado los servicios apostólicos de las
Pastorcitas. El territorio inmenso y los retos humanos y pastorales
mayores, la convencieron de que el trabajo sería abundante.
Los cubanos decimos “no es fácil” pero tampoco imposible cuando se
trata de enfrentar una cotidianidad pletórica de dificultades. Fue
el propio apóstol san Pablo quien nos previno y urgió a tomar parte
en los duros trabajos del evangelio.
La Hna. Marta y la Hna. Marisa partieron de Cuba, según sus
apariencias, felices y con certezas. Soñando con el mes de octubre,
en las comunidades donde sirvo como pastor, quedamos amenazados de
esperanza.
Marzo 2012 |
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